Hoy voy a contaros la leyenda del Merlión, el símbolo de Singapur, al que, el día que visitamos la isla de
Sentosa, pillamos lavándole los dientes.
En Singapur llegas a sentirte como
caminando por una enorme maqueta urbana, en la que todo es perfecto y todo el
mundo parece guapo y feliz, pero pronto, no puedes evitar preguntarte: ¿Dónde esconden a los
desgalichados, a los minusválidos, a los que no visten ropa de marca?
Un taxista nos dijo, sarcásticamente, que
Singapur es “a very fine(d) country”, un país muy bueno, o un país de multas. Las multas por fumar en un lugar prohibido son de 1.000
$ de Singapur. Por tirar un papel al suelo, multa de 1.000 $ la primera vez,
2.000 $ la segunda y las demás se pagan con trabajos de limpieza. Por fumar “un
porro” 10 años de cárcel y 20.000 $. Por traficar con droga, la pena de muerte.
En Singapur, se encuentran las casas más
importantes de moda, relojes, joyas, etc... Además hay tantos, tantos
bancos que Singapur “huele a dinero”.
No es una isla muy grande, así que pudimos
recorrerla.
Lo que más me gustó de Singapur, fue la
leyenda del Merlión:
“Antiguamente Singapur se llamaba Temasek, que significa: ciudad del mar. Cuenta la leyenda que, hace mucho, mucho tiempo, Temasek fue atacada por feroces tormentas. Los habitantes de Temasek no sabían qué hacer y se pusieron a rezar para pedir que un milagro les salvara. Estuvieron rezando todos juntos hasta que, al poco tiempo, en una playa del sur de la isla apareció una bestia enorme, con cuerpo de pez y cabeza de león, que salía del mar por un camino abierto por criaturas marinas luminosas de muchos colores. Al llegar a la orilla, rugió ferozmente y comenzó a luchar contra las tormentas. Pronto, los vientos perdieron sus fuerzas y la tormenta murió. De un coletazo, el Merlión regresó al mar y desde entonces no ha vuelto a salir.”